No interrogues tanto...
- Daniela Vagnenkos
- 23 mar 2016
- 1 Min. de lectura

Si querés que tus hijos compartan su vida con vos, compartí también la tuya con ellos..
La comunicación con nuestros hijos, la que añoramos cuando estos son adolescentes y se aíslan en su cuarto respondiéndonos con monosílabos, se gesta desde que son chiquitos.
No solo preguntándole cómo le fue en el colegio, qué notas se sacó, qué comió o qué problemas tuvo.
Por supuesto que esto está bien. Pero no solo…
La comunicación se da cuando dos personas comparten algo y no solo cuando una pregunta, por más que sepas escuchar.
Se gesta cuando le explicás vos también cómo te fue en el día. Cuando le describís, de forma adaptada a su edad (sin trasmitirles preocupaciones pero sí curiosidad y ganas de participar), los problemas que tuviste y cómo los resolviste o cómo pensás resolverlos; las cosas que te salieron bien: cómo te sentiste cuando discutiste con tu compañero o cuando te dieron las gracias; lo mejor y lo peor de tu día…
Se trata de despertar en ellos la necesidad de escuchar y de interesarse por los demás.
Compartir con ellos tu día a día será el modelo que utilizarán para compartir el suyo.
Cuando llegués a casa, cuando lo busqués por el colegio…, no empieces con interrogatorios.
Comenzá con un “¿Nos contamos cómo nos fue en el día? ¿Quién empieza?
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